Todo lo que un adulto necesita saber sobre TDAH

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La estrecha relación entre la depresión y el TDAH

El TDAH y la depresión son trastornos que con frecuencia coexisten y se retroalimentan, complicando el diagnóstico y el tratamiento. Sin embargo, con una intervención adecuada, es posible mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por ambos trastornos.

Abordar el TDAH y la depresión de manera integral, a través de una combinación de terapias, medicación y apoyo social, puede ayudar a romper el ciclo negativo de la comorbilidad y promover una mejor salud mental a largo plazo.

Introducción a los trastornos

El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que afecta tanto a niños como a adultos. Se caracteriza principalmente por tres grupos de síntomas: inatención, hiperactividad e impulsividad. Estos síntomas interfieren en las actividades cotidianas y en el funcionamiento social, académico y profesional de quienes lo padecen.

Por otro lado, la depresión es un trastorno del estado de ánimo que provoca sentimientos persistentes de tristeza, desesperanza y pérdida de interés en actividades que antes resultaban placenteras. A nivel global, la depresión es una de las principales causas de discapacidad y afecta tanto la salud mental como física de las personas.

Relación entre TDAH y depresión

Se ha estimado que entre un 20% y un 50% de las personas con TDAH desarrollan depresión en algún momento de sus vidas, una tasa significativamente más alta que la observada en la población general. Esta coexistencia no es coincidencia, sino que parece haber una relación directa entre ambos trastornos.

1. Factores biológicos comunes

Existen factores neurobiológicos que vinculan el TDAH con la depresión. Estudios neuropsiquiátricos han identificado disfunciones en los circuitos cerebrales que regulan la atención, el control de los impulsos y la regulación emocional en personas con TDAH. Estas áreas, principalmente relacionadas con el sistema dopaminérgico y el sistema serotoninérgico, también juegan un papel importante en la depresión. Por lo tanto, las alteraciones en la transmisión de neurotransmisores, como la dopamina y la serotonina, podrían explicar por qué ambas condiciones suelen aparecer juntas.

Además, investigaciones genéticas sugieren que genes relacionados con la regulación de neurotransmisores pueden estar implicados en ambos trastornos. Aunque todavía queda mucho por investigar en este campo, es probable que ciertas variantes genéticas compartidas contribuyan a la susceptibilidad a ambos trastornos.

2. Impacto emocional del TDAH

El TDAH no solo afecta la capacidad de concentrarse o controlar los impulsos, sino que también tiene un impacto importante en la autoestima y el estado emocional de las personas. Las dificultades constantes para cumplir con las demandas académicas, sociales y laborales pueden llevar a frustración crónica, sentimientos de incompetencia y rechazo social. Las personas con TDAH pueden sentirse incomprendidas o criticadas por su comportamiento, lo que a menudo deriva en baja autoestima, un factor de riesgo importante para la depresión.

Además, las personas con TDAH pueden tener problemas para gestionar sus emociones, lo que las hace más vulnerables a cambios bruscos en el estado de ánimo y a desarrollar síntomas depresivos. La falta de regulación emocional puede provocar sentimientos de desesperanza y una percepción de fracaso en la vida diaria.

3. El ciclo de la comorbilidad

La comorbilidad entre TDAH y depresión puede convertirse en un ciclo negativo difícil de romper. Por ejemplo, una persona con TDAH que tiene problemas para concentrarse o finalizar tareas puede sentirse desmotivada y desalentada, lo que agrava los síntomas depresivos. A su vez, la depresión puede exacerbar los problemas cognitivos del TDAH, como la falta de atención y la dificultad para organizarse. Este ciclo puede llevar a una espiral descendente, donde ambos trastornos se retroalimentan y empeoran.

Diferencias en la manifestación según la edad

La forma en que se manifiestan el TDAH y la depresión puede variar a lo largo del ciclo vital.

  • Infancia y adolescencia: En los niños y adolescentes con TDAH, la depresión puede manifestarse de manera diferente que en los adultos. A menudo, los síntomas depresivos incluyen irritabilidad, frustración y un sentimiento general de malestar. En algunos casos, los niños y adolescentes pueden no expresar tristeza de manera clara, pero pueden volverse más impulsivos o retraídos socialmente.
  • Adultez: En los adultos con TDAH, la depresión puede surgir como resultado de los desafíos persistentes en el entorno laboral o personal. Los adultos con TDAH a menudo enfrentan problemas de organización y relaciones interpersonales, lo que contribuye a sentimientos de desesperanza o agotamiento emocional.

Diagnóstico y desafíos en el tratamiento

Uno de los principales desafíos en la comorbilidad entre TDAH y depresión es el diagnóstico preciso. Los síntomas del TDAH, como la falta de concentración o la fatiga, pueden superponerse con los síntomas depresivos, lo que a veces dificulta discernir si una persona está lidiando con uno o ambos trastornos. Por ejemplo, la apatía que es común en la depresión puede confundirse con la falta de motivación propia del TDAH.

Una evaluación cuidadosa por parte de un profesional de la salud mental es crucial para distinguir entre los síntomas de ambos trastornos. Es común que los pacientes con TDAH y depresión respondan mejor a un tratamiento que aborde tanto el TDAH como la depresión de manera simultánea.

Tratamiento combinado

Los enfoques de tratamiento para el TDAH y la depresión pueden incluir una combinación de terapia cognitivo-conductual (TCC), medicación y cambios en el estilo de vida.

  • Medicación: Los psicoestimulantes como el metilfenidato y las anfetaminas son comunes para tratar el TDAH, mientras que los antidepresivos (como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, ISRS) suelen prescribirse para la depresión. Sin embargo, la combinación de medicamentos debe ser cuidadosamente monitoreada, ya que algunos fármacos pueden interactuar negativamente.
  • Terapia cognitivo-conductual: La TCC se ha mostrado eficaz tanto para el TDAH como para la depresión. Esta forma de terapia ayuda a las personas a desarrollar habilidades para gestionar mejor sus emociones, cambiar patrones de pensamiento negativos y aprender técnicas de organización.
  • Cambios en el estilo de vida: Además del tratamiento médico y psicológico, hacer ejercicio regularmente, mantener una dieta equilibrada y establecer rutinas saludables pueden ayudar a mitigar los síntomas de ambos trastornos.
  • Coach de TDAH: Un Coach especializado en TDAH para adultos puede ayudar enseñando estrategias y herramientas prácticas para gestionar el TDAH en el día a día y en el trabajo, superar los desafíos y aprovechar las fortalezas que también acompañan al TDAH.

Fuentes:

  1. Sobanski, E., Banaschewski, T., Asherson, P., Buitelaar, J., Chen, W., Franke, B., … & Faraone, S. V. (2010). Emotional lability in children and adolescents with ADHD: Clinical correlates and familial prevalence rates. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, 49(4), 385-395.
  2. Biederman, J., Ball, S. W., Monuteaux, M. C., Mick, E., Spencer, T. J., McCreary, M., … & Faraone, S. V. (2008). New insights into the comorbidity between ADHD and major depression in adolescent and young adult females. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, 47(4), 426-434.
  3. Kessler, R. C., Adler, L., Barkley, R., Biederman, J., Conners, C. K., Demler, O., … & Spencer, T. (2006). The prevalence and correlates of adult ADHD in the United States: Results from the National Comorbidity Survey Replication. American Journal of Psychiatry, 163(4), 716-723.

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